Por: Fabiola Rocha R.
A raíz del creciente interés en la conservación ambiental han llegado una serie de “modas” o de técnicas clave que se refieren específicamente a la ola de “amor verde”. En estos entonces ya se ha vuelto el pan de cada día la conservación ambiental, las empresas socialmente responsables, productos orgánicos y biodegradables, los cientos de tutoriales en internet sobre cómo reciclar creativamente, entre otras cosas.
Una de las actividades “verdes” que más novedosa parece, es la de la producción propia de alimentos, a fin de evitar las temidas hormonas y pesticidas que los productores comerciales añaden a los vegetales y frutas que comúnmente ingerimos. Así llegaron las huertas del patio trasero, aunque es claro que con el ritmo de vida urbano no es fácil cuidar cada planta cómo se merece.
Por lo antes mencionado es que la mira se enfoca en una técnica muy antigua para la producción de alimentos o bien crianza de plantas de ornato llamada: Hidroponía.
Lo interesante de esta actividad es que no se necesita suelo, y aunque pueda sonar descabellado, si se hace del modo correcto puede resultar muy benéfico, pues la fertilidad de la tierra depende de la estabilidad ambiental del suelo mismo, sus nutrientes, minerales con los que cuenta, espacio, maleza, patógenos presentes, enfermedades y plagas comunes. Todos estos factores pueden afectar la estabilidad de cualquier planta, y si ésta genera un fruto no siempre tendrá la calidad o tamaño que esperas.
Ya que la hidroponía se basa en la siembra y cuidado de plantas fuera del suelo, también existen los “techos verdes”, como su nombre lo dice se trata de cultivar plantitas en los techos con una serie de ventajas que resultan interesantes, como por ejemplo: reducción de las altas temperaturas (típico de las ciudades); se estima que cada metro cuadrado “verde” produce el oxígeno necesario para una persona por todo un año; asegura la perfecta temperatura ya que las plantas conservan la temperatura cálida en invierno y la frescura en el peor calor; reducción de costos por impermeabilización; es autosustentable y por último un techo verde es sumamente relajante.
El precio de un techo verde varía, pero se presume que incrementa un 25% a 40% de la inversión de un techo normal (un costo que bien puede valer la pena), ya que se requieren de ciertos materiales para un techo seguro (hay que pensar en la humedad), minerales que las plantitas necesitarán, abono, sustrato, etc.
Esta técnica resulta ingeniosa, sin embargo ya se practicaba en la antigua China, en Egipto e India, además de que en ciertas zonas europeas ver techos verdes se ha vuelto algo común.
Actualmente en occidente hay cada vez más empresas que se dedican a instalar techos verdes. Esperamos con ansias que este tipo de técnicas se comiencen a tomar en cuenta en nuestra ciudad.