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Íntimas suculencias de Laura Esquivel

Por: Lorena Alcalá

Al oír el nombre de Laura Esquivel seguro todos pensamos en una cosa: su más grande novela “Como agua para chocolate”. Claro, es la obra más conocida de esta autora mexicana nacida en el Distrito Federal en 1950.

Y si no han leído el libro, seguramente han visto la película –dirigida por su entonces marido Alfonso Arau- en donde se narran de una forma bellísima las aventuras (y desventuras) de Tita y Pedro, aderezadas con apetecibles recomendaciones gastronómicas que le dan vida y sentido a toda la narración.

Bueno, pues si se quiere comprender un poco más a fondo el pensamiento de Laura Esquivel y el nacimiento de “Como agua para chocolate”, entonces les recomiendo que lean “´Íntimas suculencias, tratado filosófico de cocina”.

Yo tengo la edición de Ollero Y Ramos Editores; y Plaza y Janés Editores, que además del suculento texto de Esquivel, también la acompaña una presentación de pasta dura y unas ilustraciones de f. Meléndez que los pondrán de cabeza.

Como su nombre lo indica, “Íntimas suculencias” nos pone en contacto con el pensamiento y la filosofía de Laura Esquivel. El libro en sí es una recopilación de discursos, artículos, prólogos y ponencias de la autora, datados entre 1989 y 1998.

“En torno al fuego”, el texto que abre boca al libro, por ejemplo, es un discurso pronunciado en el auditorio del Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México en enero de 1993, cuando Esquivel recibió el premio de la Mujer del Año 1992.

En él, la novelista nos revela un poco de su infancia, marcada por el fuego de la cocina y los conocimientos gastronómicos de su madre, su abuela y algunas de sus sirvientas. Además –como es un tratado filosófico- nos habla de su concepto del “Nuevo Hombre” en una sociedad que no tiende al equilibrio, sino que por el contrario es marcada por un consumismo avasallador.

Por supuesto, vemos marcada influencia del estilo de “Como agua…” en el libro de “Íntimas suculencias”. Hay dos relatos “Sopa de manzana”, “Mole negro de Oaxaca” y “Mancha manteles” donde, al igual que en la novela de Tita, a los relatos le anteceden sendas recetas (con todo e ingredientes) para hacernos agua la boca y después sorprendernos con su narrativa hilarante, reflexiva y en algunos momentos melancólica.

De igual manera, en el texto “Madre bruja” encontramos una explicación psicológica del personaje de doña Elena, la madre de Tita y es posible que entendamos un poco más de esta villana de novela que tantos lectores hemos odiado a través del devenir de las páginas de uno de los libros más conocidos y amados de la historia de la literatura mexicana.

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