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Por: Lorena Alcalá

Un frío invernal nos recibió en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, en Buenos Aires, Argentina. Durante los aproximadamente 20 minutos que separan a la terminal aérea de la capital del Plata, apenas podíamos contener el aliento. Lo primero que sorprende al llegar a Buenos Aires es el aire europeo de sus construcciones. Hacia donde voltees te toparás, entre edificios altísimos y contemporáneos, algunas piezas exquisitas de estilo francés, con sus techos verdes y paredes blancas, blanquísimas.

Excepto, claro está, en la Casa Rosada, ubicada en el lateral este de la famosa Plaza de Mayo. Es ahí, en donde despacha el Presidente de la República Argentina. A un costado de la Casa, se encuentra el maravilloso Museo del Bicentenario, que hace un viaje por el tiempo y la historia del país de los gauchos. Ahí, incluso se puede apreciar de una manera única, el mural “Ejercicio Plástico”, del mexicano Alfonso Siqueiros. La única pintura conocida de este artista que no tiene un sentido político- social. Pero quizá la característica que más llama la atención es que es un trabajo realizado en 360 grados. Es decir, muros, techos y piso conforman el mural que puede apreciarse de pie, sentado y hasta acostado.

En la esquina de Calle Corrientes y la Avenida 9 de julio se encuentra el símbolo más representativo de la capital bonaerense: el Obelisco. Fue construido en los años 30 para conmemorar los 300 años de independencia de ese país y desde entonces señorea con su vista las dos principales arterias de la ciudad.

“Corrientes 3, 4, 8, segundo piso, ascensor…”, así se canta el tango “Media luz”, de Carlos Gardel. Y aunque la dirección hace mucho tiempo que no existe, lo que sí existe es la vida continua y constante que fluye en la Avenida Corrientes,  “la calle que nunca duerme”.  ¿Y cómo va a dormir? Si concentra el mayor número de pizzerías, cafés y librerías de la capital argentina, algunas de ellas consideradas como “Notables”, es decir, que ya son muy antiguas y tradicionales y un must para visitar por parte de los turistas.

Pero si de librerías se trata, no deje de visitar El Ateneo Grand Splendid.  Es la librería más grande de Latinoamérica y considerada como una de las más bellas del mundo, ya que ocupa un antiguo teatro y cine que se inauguró con ese nombre en 1919. Los libros ahora ocupan los antiguos palcos del teatro, pero  se conserva toda la ornamentación original, las luces y hasta el terciopelo propio del lugar. En el Foro es posible sentarse en una de las mesitas y tomarse un delicioso café mientras se decide qué libro va a comprar. Definitivamente, un lugar para volverse loco.

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La Boca es un barrio que recibe su nombre a partir de que es la entrada o boca del Río de la Plata, es decir, que se encuentra a orillas del muelle de donde es posible apreciar el caudaloso alfuente y los barcos que pasan por ahí (aunque si su interés son los barcos grandes, mejor diríjase a puerto Madero).

San Telmo, en cambio, es un barrio mucho más bohemio, artístico, en donde es posible apreciar músicos callejeros, antigüedades, bazares, y tiendas de ropa “de autor”, por así llamarlos. En San Telmo es posible encontrar la famosa escultura de Mafalda, además de muchas cosas bellas para ver, comprar y comer.

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Buenos Aires es más, mucho más: están el Parque Lezama, el Cementerio de la Recoleta, la majestuosa Catedral Metropolitana, la histórica Plaza de Mayo, el Cabildo, el edificio de los Tribunales de Justicia, el estadio La Bombonera, el hermoso Teatro Colón, los anticuarios de la calle Defensa, el colorido Barrio de Abasto,  el Congreso de la Nación, la impresionante Floralis Genérica, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Banco de la Nación Argentina,  el Planetario Galileo Galilei, el Jardín Japonés, el Barrio Chino…en fin. Mi Buenos Aires querido…cuando yo te vuelva a ver…no habrá más penas ni olvido.

Cuando se canse de ver libros, puede tomar el autobús turístico que hace un recorrido por los principales y más interesantes barrios de la capital bonaerense. La verdad es que a pesar de sus tres horas de trayecto, es una vista express de la ciudad que funciona sobre todo cuando no se tiene mucho tiempo para visitar o si se quiere tener primero una idea general de lo que es toda la ciudad. Tiene un sistema Hop-on-hop-off que significa que en cualquiera de las paradas puede uno bajarse, disfrutar y después volver a subir. Es algo caro, pero vale la pena.

Aunque cada barrio de Buenos Aires tiene su encanto, hay dos que son representativos de la ciudad y que deben ser parada obligada: el Barrio de la Boca y el Barrio de San Telmo. Muy diferentes entre sí, pero igualmente coloridos y memorables.


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