Por: Lorena Alcalá
En 1978, la Liga Internacional de los Derechos del Animal proclamó la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, que posteriormente sería aprobada por la ONU y la UNESCO. En esta Declaración, conformada por 14 artículos, se establecen algunos principios como que todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen los mismos derechos a la existencia; o que ningún animal será sometido a malos tratos ni a actos crueles.
Sin embargo de acuerdo con cifras de algunas asociaciones protectoras de animales, en México mueren anualmente 60 mil animales a causa del maltrato; lo que ubica a nuestro país en los primeros cinco lugares a nivel internacional con esta problemática.
Es preocupante que casi el 57 por ciento de los casos de maltrato hacia los animales eran daños causados de forma intencional; mientras que el 43 por ciento se debían al descuido.
Aunque la mayor parte de los agresores intencionales son varones adultos o adolescentes, las mujeres tienden a padecer el síndrome de Diógenes, es decir, la acumulación enfermiza de animales en su mayor parte en condiciones paupérrimas.
En los últimos meses hemos sido testigos de casos muy sonados de maltrato animal. Su exposición ahora es más común gracias a las redes sociales y al uso de teléfonos inteligentes. ¿Por qué es tan alarmante el aumento de estos casos? Porque es un reflejo de las condiciones sociales de una población determinada.
Teorías psicológicas establecen que una persona que ha sido violenta con los animales, es más probable que tienda a desarrollar conductas violentas hacia miembros de su propia especie. Es decir, van infligiendo dolor a criaturas pequeñas primero y después lo replican en seres humanos.
Ahora, también se ha encontrado que las personas que han sufrido en sí mismos violencia doméstica o familiar suelen maltratar a sus animales de compañía, como una forma de “desquite” o simplemente como parte de la duplicación del fenómeno.
Como las mascotas más comunes son los perros, ellos son los que cargan con la mayor parte del fenómeno de maltrato animal. Según un estudio en Estados Unidos de Norteamérica, el 65 por ciento de los casos reportados de violencia hacia los animales corresponden a perros (la raza más vulnerable es el pitbull); el 18 por ciento a gatos y el restante 25 por ciento a otros animales como vacas, caballos, cerdos, etc.
En Querétaro se publicó la Ley de Protección Animal el 24 de julio del 2009 y posteriormente sufrió una reforma el 24 de septiembre de 2009.
Su objetivo, de acuerdo al documento es “Asegurar las condiciones para el trato digno y respetuoso de todas las especies animales”; así como “Regular (…) la posesión, procreación, desarrollo, aprovechamiento, transporte y sacrificio de especies, poblaciones o ejemplares animales en el territorio estatal”.
En el capítulo tercero de esta Ley se establece que son conductas crueles hacia los animales “aquellos actos u omisiones que siendo innecesarios”, dañan la salud, integridad física, instinto, desarrollo o crecimiento de los animales.
Por ejemplo, mantenerlos amarrados en azoteas o patios; no darles alimento; golpearlos o lastimarlos; no brindarles atención veterinaria cuando lo requieran; obligarlos a atacar a personas u otros animales.
También se contemplan como actos crueles el hacinamiento, el abandono, la mutilación, y todas aquellas que les puedan causar dolor o estrés.
Se establece que cualquier persona puede hacer la denuncia, incluso anónima, cuando detecte algunas de las infracciones anteriormente mencionadas.
Lo malo de esta ley es que las sanciones más fuertes son la multa de 250 veces el salario mínimo y el arresto hasta por 36 horas; pero el maltrato animal sigue considerándose una infracción y no un delito.