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Por: Mtra. Gloria Lara Gutiérrez / Fotos: Secretaría de turismo

En muchas ciudades del centro de nuestro país se combinan lo viejo y lo nuevo, lo tradicional y lo moderno. Las ciudades están esculpidas en piedra y es en el lenguaje de ellas que se ha escrito su historia. Algunas han sabido transmitir su mensaje y mostrar su cultura, folclor y partes importantes de su patrimonio histórico. Así, se exhiben como un libro abierto tanto para sus habitantes como para quienes las visitan.

El patrimonio urbano de estas ciudades nos permite conectar tres dimensiones de la cultura: una herencia a conservar como componente de nuestra conciencia y generadora de riqueza. Los rasgos, características y tesoro arquitectónico de una ciudad, mismos que se advierten en las fachadas de sus edificios, los cascos de sus haciendas, sus iglesias, el conjunto de sus trazos y el sabor de sus barrios. Y, por último, el sentir de sus habitantes que, se muestra a partir de sus tradiciones, costumbres, artes y gastronomía. Nuestra capital tiene varias de las características de las ciudades coloniales: una Plaza de Armas, en donde se sitúan las autoridades locales y sus calles del Centro Histórico son de adoquines.

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Sin embargo, las autoridades religiosas no se ubican en ese sitio, ya que la Catedral no pudo construirse ahí debido al tipo del subsuelo existente.

Las calles no fueron diseñadas en forma de rejilla o damero porque nuestra ciudad tiene un trazado mixto que proviene de la herencia centenaria de una rica y única mezcla de las culturas otomí, tarasca, purépecha, mexica, chichimeca (fusionadas antes de la Conquista) con la española y mestiza (que se agregaron durante la Colonia). Querétaro ha sido un componente estratégico fundamental en las transformaciones políticas y económicas de México.

Por esto, en marzo de 1981, el Centro Histórico se estableció como “Zona de Monumentos Históricos de la ciudad de Querétaro”. Este espacio fue incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, el 7 de diciembre de 1996 y comprende un área de cuatro kilómetros cuadrados, formada por 203 manzanas que representan cerca de mil 400 edificios con valor histórico, construidos entre los siglos XVI y XIX. Algunos de ellos, han sido destinados para el culto religioso y los servicios educativos, asistenciales y de administración pública; otros son inmuebles históricos y, algunos más, civiles de uso particular. A partir de la postulación de la “Zona de Monumentos Históricos de Querétaro como Patrimonio Mundial de la Humanidad”, se estableció la responsabilidad, a nivel internacional, de proteger, conservar y transmitir a las generaciones futuras el patrimonio cultural de valor universal excepcional existente.

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A México, le fue conferida la responsabilidad de elaborar y poner en práctica medidas para la protección, conservación, rehabilitación y revalorización de nuestra bella ciudad, sin efectuar transformaciones no permitidas. A nosotros, como sociedad civil, nos corresponde velar el cumplimiento de esta responsabilidad por parte de las autoridades.

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